miércoles, 11 de enero de 2012

“TU VERDAD NO, LA VERDAD, Y VEN CONMIGO A BUSCARLA,
LA TUYA: GUÁRDATELA”
                                                                                  Antonio Machado

Acerquemos sentimientos, unamos corazones y tomémonos de la mano para darle gracias a Dios por permitirnos una vez más disfrutar de la alegría de nuestro colegio, que al cruzar su puerta respiremos un nuevo aire, y, de él quede lleno nuestro espíritu y fortalecidos nuestros vínculos fraternos como fundamento para el respeto, la solidaridad, la comprensión, la aceptación del otro como diferente y la valoración de quien y quienes están a mi lado compartiendo ideas, pensamientos, conocimientos y saberes.
Invitémonos a mirar por siempre el rostro de nuestros estudiantes para que a través de el veamos sus sueños, esperanzas, alegrías y satisfacciones, y, si en ellos percibimos desarmonías, tristezas, angustias, penas o dolores, asumamos estas como manifestaciones de oportunidad y posibilidad de convertir estos sentires en nuevas alternativas de vida.
Sintámonos ídolos, arquitectos y constructores de historias de vida humana y solo en ella se dimensionara nuestra trascendencia y nuestro ser de maestro afincado esto en una postura donde se privilegie la sabiduría,  principios de lealtad, ética, justicia y equidad y se fortalezcan espacios para un cambio fundamentado en un quehacer pedagógico con criterios humanos, científicos e investigativos y en una sana convivencia como pilar y sustento de respeto consigo mismo y con el otro.
Conjuguemos y sustantivemos los verbos crecer, avanzar, transformar, orientar, proponer, compartir, hacer y actuar y con estas acciones nuestra institución estará ubicada en el sitial que todos soñamos y deseamos.
Como ejercicio orientador hagamos relaciones análogas y entramados entre las aéreas del conocimiento y nuestros proyectos de vida, no es difícil, veamos:
Si en matemáticas, uno mas uno suman dos, la unión de nuestros sentires y haceres  pedagógicos potencian la vida, si por las ciencias naturales se conocen y explican los fenómenos de la naturaleza, la capacidad de asombro, la espontaneidad, la armonía y sentido de nuestra relación con el otro tiene como efecto dignificar nuestras vidas, si desde la humanidades, la interpretación y uso de signos y símbolos lingüísticos le dan sentido al acto de comunicar, entre nosotros  la simplicidad de la palabra será vinculo trascendente de afectos, sentimientos, entrega, lealtad, amor y amistad, si la unión de líneas y la combinación de colores son manifiestos y fundamentos de armonía y creatividad, el esplendor de nuestra mirada y la claridad de nuestra palabra será señal orientadora de la acción humana, si desde las sociales comprendemos las gestas del pasado y  nos admiramos del orden del universo, desde nuestras practicas presentes podemos valorar y dimensionar las propuestas de crecimiento, progreso y desarrollo que los otros nos hacen y demandan,  si hacemos del ejercicio físico un acto de desarrollo y armonía corporal, su practica moderada aclarara nuestras mentes y disciplinara nuestro quehacer cotidiano.
Desde esta reflexión se hace valido pensar y repensar el valor de educar como una misión indiscutible  del intelecto para el intelecto, como bien lo planteo Bertrand Russell, cuando exclamo: “Una generación de maestros valientes y osados bastaría para cambiar el mundo erradicando la ignorancia, la injusticia y el sufrimiento para siempre” y John Dewey cuando tanto ayer como hoy nos dijo: “Educar es enseñar a pensar, no que pensar”, y como colofón tengamos siempre presente que somos portadores de relativismos que ayudan a buscar la verdad y solo esta alimentara nuestros sueños, y que no seremos nosotros ni ellos, sino la historia que en su sabiduría y en el tiempo y espacio justo podrá decirnos gracias, infinitas gracias por aceptarnos, comprendernos y orientarnos.

Carlos Alberto Monsalve Mejía (Coordinador IE Loma Linda) 

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